> txus amat: Narciso y otros desequilibrios

martes, 25 de marzo de 2008

Narciso y otros desequilibrios


















Cuando uno no posee una gran voz ni es un virtuoso instrumentista, corre el riesgo de convertirse en corredor de fondo por los sinuosos caminos de la creación musical, más concretamente como autor de canciones.

Paradójicamente, el equilibrio que necesita una buena canción puede verse enriquecido por ambas imperfecciones. Caso contrario la experiencia nos advierte de la facilidad de creerse tocado por el dedo divino... Banalidad envuelta en celofán.

Siempre me emocionó el sonido de una guitarra. Escuchar a nuestro profesor don Ismael tocar cualquier estudio me hacía entrar en un estado catatónico. De rigidez absoluta. Podía sentir cada tensión del acorde como una atracción magnética… vaya, que me quedaba embobado.

Yo no elegí hacer canciones, era algo que ocurría jugando. De niño cantaba detrás de las puertas y recuerdo que me amenazaban con ponerme un clavo en la guitarra si no dejaba de apoyar mi muñeca en la tapa.

Es natural que si uno tiene a su alcance una azada y un terrenito, pueda acabar algún día plantando unas lechugas o unas patatas. A otros, con parecidos ingredientes, nos ha dado por cavar más hondo, quizá nuestra propia tumba.