
Nos batimos en duelo en una noche de mayo.
Calló la música.
Se fue sin un abrazo.
Con su abrigo negro y su distancia.
Con miradas que no puedo explicar.
Y se lo llevó todo.
El futuro con su caja de promesas,
el pasado con sus bombillitas azules y amarillas.
Una vez le escribí una canción.
Cosas, ya se sabe,
sin importancia.
Aquí le dejo otra, desde la ciudad de los ausentes.
LA CIUDAD DE LOS AUSENTES