En esta feria abandonada
apenas quedan raídos banderines
que el sol del tiovivo acaricia
en pálidas tardes de invierno.
También la luz ambarina del carrusel
hollado por la herrumbre,
el bullicio de la pequeña orquesta
de malabares y zancudos,
el quiosco de nubes de algodón
y bastones de caramelos.
Todo se desvanece entre un rumor de sombras.