Cómo escribirte desde las ruinas
sin hacerme hueco entre cenizas y palabras.
Cómo decirte que aunque la vida pasó
todavía quedan inviernos muy hermosos
con esa cálida y breve luz de domingo.
Subir al castillo y ver el mar,
oler en tu bufanda la mañana.
Olvidar que los mayores se marcharon
con sus habitaciones llenas de ojos y dolores.
Es un ejemplo.
Y veo que no has cambiado nada,
que estás exactamente igual que te recuerdo,
descarada y feliz,
jugando a perder la paciencia
sobre un tiempo que ya no sobra.
Como brújula y candil,
magnetizada.
Brújula